Jugando a hacer un ejercicio de abstracción, me imagino que The Doors fuesen un grupo que hubiese existido en el siglo XXI. O (el ejercicio sigue siendo igual de valido), Internet, sus blogs (en este caso sus mlogs) y yo mismo hubiésemos existido en la década de 1960. Tengo la impresión de que si hubiese escuchado “Morrison Hotel” con esas condiciones, habría corrido hacia el ordenador y escrito un artículo que se llamase: “¡Jim Morrison está vivo!”. Sin embargo, sabiendo que un año después de la publicación de este disco fue encontrado muerto en París en misteriosas circunstancias (a pesar de que se dice que fue de un ataque al corazón, nunca se le hizo una autopsia antes de enterrar su cadaver). Esta muerte sin explicar unido a la increible morbosidad humana ha dado pie a célebres teorías como la que realmente Morrison fingió su muerte, o que su temprana muerte a la edad de 27 años (la misma que la que tenian cuando murieron Jimi Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain o Brian Jones) se debe a una mano invisible que atenta contra el rock and roll. Todas estas teorias han ido elevando a Morrison a ese Olimpo privado de los dioses e idolos del siglo XX. El rostro de Morrison es parte ya de la cultura popular.
Pero sería injusto decir que The Doors no son más que la muerte de Morrison. Son uno de los pilares del rock psicodelico estadounidense de los 60 y a pesar de sus escasos 5 años de duración han traido algunas de las melodias más populares de la historia del rock como “Light My Fire” o “L.A. Woman”.
“Morrison Hotel” son la experiencia de The Doors con su sonido original. Nunca he sido muy partidario de la vuelta a los origenes de los grupos sin ningún otro motivo que el parné. Pienso que los grupos evolucionan, crecen y cada disco ha de reflejar esas vivencias. Puede que a veces, de un modo natural se tienda a volver al origen. Pero hacer que canciones que no quieres solo porque antes vendías más, no me parece el camino a seguir. Este disco es de los que hace que uno, a veces, esté mas guapo callado.
Este es un disco de rock clásico. De blues. La psicodelia de los Doors, su experimentación, albumes como The Soft Parade, no tiene cabida aquí. Blues optimista, colorido, sensual, llegando en algunos caso a autenticas baladas de amor. Un disco que abre el camino a L.A. Woman y para muchos, un disco que nos hace creer que The Doors están todavía vivos, aunque ya estén muertos.
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